29th May 2025
Los hermanitos Briana y Fabricio estaban emocionados. "¡Mira, Fabricio!" gritó Briana mientras montaba su hermoso caballo blanco. Fabricio, con su cabello rizado y su sonrisa brillante, la siguió riendo. "¡Vamos rápido!" dijo, y juntos galoparon por los campos verdes de Bolivia, sintiendo el viento en sus rostros. Sus abuelos miraban orgullosos desde la sombra de un gran árbol, mientras sus amigos corrían detrás de ellos, riendo y alegres.
Al caer la tarde, los hermanitos regresaron a casa. "¡Fue tan divertido!" exclamó Briana, abrazando a Fabricio. "Sí, ¡no hay nadie como tú!" respondió él con sinceridad. Juntos se reunieron con su familia para compartir historias de su día. La abuela cocinaba su platillo favorito y el aire olía a maíz y frijoles. La risa llenaba el aire y todos se sentían felices. Así pasaron el día, montando a caballo y disfrutando de la vida en familia.
Después de la cena, los hermanitos se sentaron alrededor de la chimenea con sus abuelos. "Abuelo, cuéntanos otra historia de cuando eras joven," pidió Fabricio, con los ojos brillantes de curiosidad. El abuelo sonrió, recordando sus propias aventuras a caballo. "Ah, cuando yo era niño, solía montar con mi mejor amigo igual que ustedes," comenzó él, mientras Briana y Fabricio escuchaban atentamente, imaginándose las escenas en sus mentes.
Cuando el abuelo terminó su relato, la abuela sugirió que todos salieran a observar las estrellas. Afuera, el cielo estaba despejado y las estrellas brillaban intensamente sobre ellos. Briana señaló una estrella fugaz y dijo con entusiasmo, "¡Pide un deseo!" Fabricio cerró los ojos con fuerza, deseando secretamente que sus días de aventuras nunca terminaran. La noche era perfecta, llena de sueños y promesas de nuevos días por venir.
Al final de la noche, los hermanitos se fueron a dormir con sonrisas en sus rostros. "Hoy fue el mejor día," susurró Briana mientras se acurrucaba en su cama. Fabricio, desde su cama, le respondió, "Sí, y mañana será aún mejor." Con el sonido suave de los grillos afuera, ambos se quedaron dormidos, soñando con caballos galopando por campos interminables. Así, con el amor de su familia y las maravillas de la naturaleza, sus corazones estaban llenos de felicidad.