1st Sep 2025
Érase una vez un elegante príncipe que vivía en un reino brillante. Era soltero y decidió hacer "El Farrón del Año". Invitó a todos y la tarjeta llegó a la casa de una joven llamada Cenicienta. Ella, emocionada, dijo: "¡Qué alegría! ¡Me encanta la pachanga!". Su amiga, un ratón travieso, la miró y le dijo: "Ceni, ¿otra vez a dieta?".
El día de la fiesta llegó y Cenicienta brillaba. Bailó y se divirtió hasta la medianoche. Pero cuando el hechizo empezó a desvanecerse, corrió y se le cayó un zapato. El príncipe, al verla, exclamó: "¡Con esta es que quiero casarme!". Pero Cenicienta no quería. En su corazón, había alguien más. Al final, el ratón mágico se transformó en un apuesto caballero, y juntos fueron felices para siempre.
El príncipe, al ver que Cenicienta había desaparecido, decidió buscarla por todo el reino con el zapato perdido. "Quien calce este zapato será mi princesa", declaró con firmeza. Los mensajeros del príncipe llegaron a la casa de Cenicienta, pero ella, muy astuta, ya se había escondido. No quería ser princesa; quería ser feliz, y sabía que su felicidad estaba con el ratón caballero.
Mientras el príncipe buscaba, el ratón caballero y Cenicienta paseaban por el bosque, riendo y disfrutando de su compañía. El ratón, que ahora era todo un caballero, le dijo con una sonrisa: "Ceni, siempre supe que éramos el uno para el otro". Cenicienta sonrió y respondió: "Sí, mi querido ratón, mi corazón siempre te perteneció". Y así, planeaban su propio baile, lejos de palacios y princesas.
El tiempo pasó y el reino nunca olvidó la curiosa historia de Cenicienta y su ratón mágico. Todos hablaban del príncipe que buscaba a una joven que nunca quiso ser princesa. Cenicienta y su caballero vivieron felices, organizando sus propias fiestas, llenas de risas y amor sincero. "La verdadera magia está en el amor", decía el ratón, y Cenicienta siempre asentía, feliz de haber encontrado a su verdadero compañero.