10th Jun 2025
Era un día brillante cuando Sergio, un niño de 4 años, salió al jardín y dijo: "¡Samantha, ven aquí!" Pero su perrita no estaba. Sergio miró por todos lados. "¡Samantha!" La llamó otra vez. De repente, vio un arcoíris brillante en el cielo. Cuando lo miró de cerca, vio que era una puerta a otro mundo. "¡Voy a buscar a Samantha!" gritó Sergio lleno de valentía.
Sergio cruzó el arcoíris y llegó a un mundo lleno de flores cantarinas y árboles que bailaban. Allí, encontró a Samantha jugando con otros perros mágicos. "¡Samantha!" exclamó con felicidad. Samantha corrió hacia él, moviendo la cola. "¡Sergio! ¡Estaba esperándote!" dijo ella, hablando como si fuera un niño. ¡Juntos jugaron y rieron en ese mundo maravilloso!
Mientras jugaban, una nube suave y esponjosa bajó del cielo y les dijo: "¡Hola, Sergio y Samantha! Soy la Nube Saltarina. ¿Quieren ir a conocer el Bosque de las Estrellas?" Sergio miró a Samantha con ilusión y ambos asintieron. Subieron a la nube, que los llevó volando por el aire, sobre montañas de algodón y ríos de chocolate.
Al llegar al Bosque de las Estrellas, descubrieron que las estrellas eran pequeñas luces que bailaban y cantaban melodías suaves. "¡Guau, miren cómo brillan!" exclamó Sergio con asombro. Samantha también estaba fascinada, moviendo la cola de un lado a otro. "Nunca he visto algo tan bonito", dijo Samantha, mientras una estrella se acercaba y les regalaba un destello mágico.
Finalmente, decidieron que era hora de regresar. "Gracias, Nube Saltarina", dijeron juntos antes de volver al arcoíris. Cuando cruzaron de nuevo, estaban en el jardín de Sergio. "¡Fue una gran aventura!" exclamó Sergio, abrazando a Samantha. Y así, cada vez que miraban al cielo, recordaban su mágica aventura y sonreían con alegría.