5th Aug 2025
Era una niña preciosa de 9 años llamada Ana. Le encantaban las tortugas. Un día, mientras jugaba cerca de un lago brillante, vio tortuguitas bebes jugar en el agua. "¡Mira cuántas son!" exclamó Ana, riendo de alegría. Las tortuguitas nadaban y chapoteaban mientras ella las observaba con amor.
El sol brillaba en un cielo azul claro, y los árboles verdes danzaban con el viento suave. Ana se sentó en la hierba fresca, rodeada de flores de colores. Ella llamó a las tortuguitas, diciendo: "¡Vengan aquí, amiguitas!" Las tortugas pequeñas se acercaron a ella, felices de ver su sonrisa. Ana sabía que era un día especial con sus amigas tortugas.
De repente, una tortuguita más pequeña que las demás se quedó mirando a Ana con curiosidad. "¡Hola, pequeñita!", dijo Ana con dulzura. La tortuguita, como si entendiera sus palabras, se acercó un poco más, moviendo sus pequeñas patitas con entusiasmo. Ana la observó con asombro y decidió llamarla "Estrella" por el brillo especial en sus ojos.
Mientras Ana jugaba con Estrella y sus amigas tortugas, notó algo brillante en el fondo del lago. Era una pequeña piedra de colores, reluciente como un arcoíris. Las tortuguitas parecían querer mostrarle su secreto escondido. "¡Gracias por compartir esto conmigo!", les dijo Ana, maravillada por el tesoro que el lago guardaba.
Cuando el sol comenzó a esconderse tras las montañas, Ana supo que era hora de despedirse. "Prometo volver mañana", dijo, acariciando suavemente a Estrella. Las tortuguitas la siguieron hasta la orilla, moviendo sus colas en una despedida feliz. Ana caminó hacia su casa, llevando en su corazón la maravillosa aventura del día y sus nuevas amigas del lago.
