27th Apr 2025
En un reino lejano, la princesa Valeria miraba el cielo desde su ventana. Un día, una golondrina voló cerca y dejó caer una carta. "Hola, soy Max y te pienso mucho. ¡Las estrellas brillan por ti!" Valeria sonrió y respondió: "Hola, Max. Me siento sola, ¡pero tus palabras son como magia!" Así comenzó una hermosa amistad entre la princesa y el caballero, a través de cartas llenas de sueños y risas.
Con el tiempo, Valeria y Max compartieron sus secretos, sus miedos y llenaron sus días de alegría. Un día, Max escribió: "Quiero conocerte, Valeria. Estoy venidos a ti." La princesa se emocionó y esperó con ansias. Finalmente, cuando se vieron en el jardín, con flores brillantes alrededor, Max le dio un ramo de tulipanes y dijo: "Valeria, tu risa es mi estrella. Nunca más estarás sola." Valeria supo que su corazón había encontrado un hogar.
Desde aquel día, Valeria y Max pasaban cada momento que podían juntos, explorando el reino y descubriendo pequeños tesoros escondidos entre los árboles y los ríos. Sus risas se mezclaban con el canto de los pájaros, y cada puesta de sol parecía pintada solo para ellos. Una noche, mientras las estrellas titilaban con fuerza, Valeria le dijo a Max: "Gracias por hacer brillar mi mundo." Max respondió: "Siempre estaré aquí para ti, como las estrellas en el cielo." Ellos sabían que su amistad era un lazo eterno que la distancia nunca podría romper.
Un día, el rey, padre de Valeria, los llamó al gran salón del castillo. Les sonrió y dijo: "He visto cómo su amistad ha crecido y florecido. Creo que el reino necesita más corazones como los suyos." Max, con el corazón lleno de orgullo, agradeció al rey y prometió proteger el reino y a su querida amiga siempre. Valeria, con los ojos brillantes, comprendió que la verdadera magia estaba en los lazos creados con amor y confianza.
Así, con el paso de las estaciones, Valeria y Max continuaron viviendo sus aventuras, sabiendo que tenían un hogar en el corazón del otro. Las estrellas siempre brillaban, guiándolos en sus caminos, y aunque el mundo cambiara, su amistad perduraría para siempre. Y en las noches tranquilas, al mirar al cielo, recordaban que, sin importar la distancia, siempre estarían conectados por aquellas estrellas que un día unieron sus caminos.