23rd Apr 2025
Miguel Ángel era un niño que se creía muy listo. Un día, dijo: "¡Mira, Lina! ¡He encontrado un mundo de chuches!" Lina, su mejor amiga, sonrió y dijo: "¡Vamos a explorarlo!" Entraron y vieron un árbol gigante lleno de caramelos de todos los colores. ¡Era un verdadero sueño!
En medio del mundo, había una fuente de chocolate. Miguel Ángel exclamó: "¡Quiero un vaso de chocolate!" Lina rió y dijo: "¡Primero, comamos algunas chuches!" También había una estatua de la libertad, pero en lugar de ser de piedra, estaba llena de gomitas y chocolatinas. ¡Era increíble!
De repente, mientras probaban chuches de todos los sabores, un dulce olor a fresas llenó el aire. Lina señaló con emoción: "¡Mira, Miguel Ángel, una cascada de batido de fresa!" Corrieron hacia la cascada, y vieron cómo caía el batido, suave y cremoso, sobre una colina de esponjosos malvaviscos. "¡Es como un río de sabores!", dijo Lina maravillada.
Cerca de la cascada, descubrieron un pequeño pueblo hecho de galletas. Las casas tenían tejados de chocolate y ventanas de menta. Un simpático osito de peluche, que vivía allí, los saludó con una sonrisa: "¡Bienvenidos! Aquí, todo el mundo es feliz y compartimos nuestros dulces secretos." Miguel Ángel y Lina decidieron quedarse un rato y ayudar al osito a decorar su casa con más galletas de colores.
Al final del día, el sol se puso y el mundo de chuches brilló bajo la luz de las estrellas. Miguel Ángel suspiró y dijo: "Fue la aventura más dulce de todas." Lina asintió y añadió: "Sí, y siempre tendremos este mágico recuerdo." Con una última mirada a su mundo de ensueño, regresaron a casa, prometiendo volver algún día a su tierra de chuches.