22nd Apr 2025
Yeremi y Aaron eran dos amigos felices. "¡Yo soy el mejor jugador!" decía Yeremi con una sonrisa. "¡No! ¡Soy yo!" respondía Aaron, riendo. Les encantaba jugar al fútbol juntos, pero un día, mientras jugaban, empezaron a pelear sobre quién era el mejor. Aquel juego se volvía menos divertido, y su amistad estaba en peligro.
Diego, un buen amigo, decidió ayudar. "¡Hagamos un partido!" sugirió. "Tú y tú, jugando juntos!" En la cancha, pronto se dieron cuenta de algo. Ambos eran grandes jugadores, haciendo goles y paradas increíbles. Al final, se abrazaron y se dijeron "¡Perdón!". Ahora, decidieron ser siempre amigos y jugar juntos en todos los partidos.
Al día siguiente, Yeremi y Aaron decidieron organizar un gran partido en el parque. Invitaron a todos sus amigos de la escuela para jugar juntos. "¡Va a ser un día increíble!", exclamó Aaron emocionado. Yeremi asintió con una gran sonrisa, sabiendo que lo más importante era disfrutar juntos y compartir.
Cuando llegó el momento del partido, todos los niños estaban listos, con sus camisetas de colores y sus sonrisas brillantes. Diego se ofreció como árbitro, y las risas y los goles llenaron el aire. Yeremi y Aaron jugaban como un equipo espectacular, pasándose el balón y celebrando cada gol con un alegre "¡Lo logramos!".
Al terminar el juego, se sentaron bajo la sombra de un gran árbol para descansar y comer galletas. "El fútbol es mucho más divertido cuando jugamos todos juntos", dijo Yeremi. Aaron estuvo de acuerdo y, después de un gran mordisco a su galleta, añadió: "Y la amistad es lo mejor de todo". Con ese pensamiento, todos los amigos rieron y prometieron seguir jugando juntos, siempre como un gran equipo.