13th Apr 2025
Había una vez un dinosaurio azul llamado Dino. Dino dijo a su mamá: "Tengo miedo de la oscuridad, mamá. Me da miedo lo que no puedo ver". Su mamá sonrió y le contestó: "No temas, mi querido Dino. La oscuridad trae muchas cosas hermosas. Ven, ¡te enseñaré!".
Esa noche, Dino se acostó en la hierba con su mamá. Miraron las estrellas brillantes. "Mira, esas son las luces de la noche", dijo mamá. "La noche es amiga, no enemiga. Déjala abrazarte con su calma". Dino sonrió y dejó su miedo ir. La oscuridad ya no parecía tan aterradora.
Mientras observaban, un suave viento susurró entre los árboles. "Escucha, Dino", dijo mamá. "La noche canta una canción especial para los que saben escuchar." Dino cerró sus ojos, dejando que el sonido llenara su corazón de tranquilidad.
Pronto, aparecieron luciérnagas danzando en el aire. "¡Mira, mamá, pequeños dinosaurios de luz!", exclamó Dino emocionado. "Sí", rió mamá, "la noche tiene sus propios guardianes de luz. Ellos te cuidan mientras duermes".
Con cada momento, Dino encontró más razones para amar la noche. "Gracias, mamá, por mostrarme la belleza de la oscuridad", susurró. "De nada, mi querido Dino. Ahora, duerme bajo las estrellas y deja que la noche te abrace con su manto de paz." Y así, Dino cerró sus ojos, sabiendo que la noche era su amiga.
