28th Oct 2024
Había una vez un conejo llamado Ramón que vivía en un hermoso bosque. Ramón decidió organizar un picnic y preparar deliciosos bocadillos. Invitó a todos sus amigos, los pájaros, las ranas y las tortugas. El día del picnic, el sol brillaba y el aire era fresco. Todos estaban emocionados por la fiesta.
Ramón preparó una canasta grande con zanahorias, hojas crujientes y fresas dulces. Un grupo de pájaros cantores llegó volando, felices de ver la canasta llena de comida. Las ranas saltaron con alegría mientras las tortugas caminaban lentamente hacia el lugar del picnic. Todos se sentaron en una manta de colores y comenzaron a disfrutar.
Pero había dos ardillas traviesas, Clara y Simón, que miraban desde arriba en un árbol. Decidieron que querían probar toda la comida del picnic. Clara dijo: "¡Tengo un plan! Vamos a distraer a Ramón y a los demás amigos para que podamos robar la comida".
Las ardillas bajaron del árbol y empezaron a hacer ruidos raros. Primero imitaron el canto de los pájaros y luego el croar de las ranas. Todos se volvieron a mirar, confundidos y asombrados. Mientras todos miraban hacia las ardillas, Clara y Simón corrieron rápidamente hacia la canasta.
Justo cuando las ardillas estaban a punto de llevarse la canasta, Ramón se dio cuenta. "¡Espera!" gritó. Las ardillas, sorprendidas, intentaron correr, pero Ramón era rápido y alcanzó a Clara. Al final, todos rieron y compartieron la comida. Así, el picnic fue un gran éxito con juegos y risas mientras las ardillas aprendieron que compartir era mejor que robar.