13th Jan 2025
Iago era un niño con grandes sueños. Cada tarde, él corría al parque y gritaba: "¡Voy a ser el mejor futbolista!" Su balón era su amigo. Él soñaba con jugar en un gran estadio. Iago empezaba a practicar. Su mamá siempre lo animaba: "¡Eres rápido, hijo!", decía con una sonrisa.
Un día, Iago encontró un grupo de niños jugando. "¿Puedo jugar con ustedes?" preguntó. Los niños aceptaron y empezaron a jugar juntos. Con cada pase y cada gol, Iago sonreía. "¡Hoy estoy más cerca de mi sueño!" pensó mientras disfrutaba de su juego.
Al día siguiente, Iago llegó al parque con una gran sorpresa. Su papá le había regalado una camiseta de su equipo favorito. "¡Ahora pareces un verdadero futbolista!", dijo su papá, dándole una palmadita en la espalda. Iago se sintió muy especial y corrió a mostrarle su camiseta nueva a los otros niños.
Durante el juego, Iago se esforzó mucho. Corrió de un lado a otro y logró hacer un gol importante. "¡Eres un gran jugador, Iago!", le dijeron sus nuevos amigos. Iago estaba muy feliz porque no solo jugaba bien, sino que también había hecho muchos amigos.
Cuando el sol empezó a ocultarse, era hora de ir a casa. Iago miró el parque y sonrió. "Un día jugaré en un gran estadio de verdad", pensó. Su sueño estaba más vivo que nunca, y sabía que con cada juego, estaba un paso más cerca de hacerlo realidad.