24th Jan 2025
Hiroshi era un slime azul que vivía feliz en su charco de agua. Un día, una gota de agua mágica cayó sobre él. "¡Mira, soy un humano!" gritó Hiroshi, mirando sus manos pequeñas y su cuerpo como el de un bebé de un año. Pero los humanos eran distintos y muy extraños, ¡y querían atraparlo! "¡Ayuda!" chilló Hiroshi, corriendo de lado a lado. Las criaturas del bosque también estaban interesadas, especialmente los ositos de peluche que querían jugar con él.
Hiroshi, el pequeño slime azul convertido en un humano bebé, se encontró rodeado de divertidas criaturas. "¡Hola, Hiroshi!" dijo un osito con brazos suaves y una gran sonrisa. "Ven, disfruta de tu nuevo hogar." Pero Hiroshi no quería llenar pañales ni hacer popó. "¡No quiero!" decía mientras huía. Sin embargo, los ositos y los fantasmas de manos tímidas lo seguían riendo y animándolo a relajarse. Finalmente, Hiroshi comprendió que a veces hay que dejarse llevar y se rindió a la diversión.
Mientras Hiroshi jugaba y reía con los ositos, un suave murmullo llegó desde el bosque. Era el viento, que traía consigo un mensaje de la sabia abuela Tortuga. "Hiroshi, querido," decía con voz amable, "en el mundo de los humanos, aprenderás cosas maravillosas si abres tu corazón." Hiroshi pensó por un momento y decidió que había mucho que descubrir, así que aceptó quedarse un tiempo más.
Los días pasaron y Hiroshi se acostumbró a su vida de bebé humano. Aprendió a gatear y a disfrutar de los dulces abrazos de los ositos de peluche. Un día, mientras jugaba en un campo lleno de flores, vio su reflejo en un charco de agua. "No importa si soy un slime o un bebé," pensó Hiroshi, "lo importante es ser feliz y aprender cosas nuevas." Con esta idea, sonrió al cielo azul lleno de nubes esponjosas.
Con el tiempo, Hiroshi fue aceptado por todos en el bosque como uno de los suyos. Incluso los fantasmas traviesos lo llamaban su pequeño amigo brillante. Hiroshi había encontrado un nuevo hogar y, aunque a veces extrañaba su charco de agua, sabía que sus aventuras apenas comenzaban. Miró a su alrededor, rodeado de amigos, y entendió que estaba exactamente donde debía estar.