10th Apr 2025
Diego y Sofía eran dos hermanos con corazones valientes. Un día, decidieron explorar la selva. "¡Vamos, Sofía!" dijo Diego con emoción. "¡Mira esos árboles enormes!" Sofía asintió y respondió: "¡Sí! Pero, ¿qué hacemos para cruzar este camino?" Diego sonrió y dijo: "¡Vamos a saltar como conejos!" Ambos comenzaron a saltar: ¡uno, dos, tres!
Al llegar al otro lado, se encontraron con una gran roca. "¡Es enorme!" exclamó Sofía. "Pero podemos escalarla como monos", sugirió Diego. Así lo hicieron, riendo y jugando mientras subían. Al llegar a la cima, gritaron juntos: "¡Mira qué bonito se ve todo desde aquí!" La selva parecía mágica, llena de colores y sonidos. ¡Era una gran aventura!
Mientras descansaban en la cima de la roca, Diego señaló algo en el horizonte. "¡Mira, Sofía! ¡Allí hay un río!" Sofía aplaudió con entusiasmo. "¡Vamos a verlo de cerca!" Bajaron de la roca con cuidado, riendo y cantando mientras se dirigían hacia el río brillante.
Al llegar a la orilla, notaron que el agua era clara y fresca. "¡Podemos meter los pies!" sugirió Diego. Con cuidado, ambos se sentaron en el borde y dejaron que el agua les hiciera cosquillas en los dedos. "¡Esto es muy divertido!" dijo Sofía sonriendo, mientras chapoteaban y salpicaban.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, Diego y Sofía decidieron que era hora de regresar a casa. "¡Fue un día increíble!" dijo Sofía, mirando la selva con cariño. "Sí, y mañana podemos volver a explorar", respondió Diego. Tomados de la mano, comenzaron su camino de regreso, soñando con más aventuras por venir.