20th Jan 2025
Xabier tenía diez años y era un chico muy travieso. Siempre decía: "¡Hoy seré un gran general!" Con su gorra de militar, unas viejas armas de juguete y un mapa de un tesoro, planeaba su siguiente aventura. "Vamos, Adán, ¡tú serás mi compañero!", exclamó Xabier emocionado. Adán, su hermano menor de ocho años, sonrió nerviosamente. "¿De verdad vamos a encontrar un tesoro?" preguntó.
Caminando por el parque, Xabier se adentró en un grupo de arbustos. "Aquí está el primer punto del mapa", dijo mirando hacia adelante. Adán le siguió pero, de repente, un perro grande apareció y empezó a ladrar. "¡Corre!", gritó Xabier, mientras ambos hermanos corrían riendo y saltando. "Si no encontramos el tesoro, al menos tenemos la mejor aventura de nuestras vidas", agregó Adán mientras entraban en el campo de flores.
Después de dejar atrás al perro, Xabier y Adán siguieron el mapa con nueva determinación. "Creo que el tesoro está cerca del gran árbol viejo", dijo Xabier con emoción. Adán miró a su alrededor, tratando de identificar el lugar del que hablaba su hermano. "¡Allí está!" exclamó Adán al ver las raíces enormes que se asomaban del suelo.
Al llegar al árbol, Xabier sacó una pequeña pala de su mochila. "Esto es lo que necesita cualquier buen explorador", dijo sonriendo. Mientras comenzaban a cavar, Adán se detuvo un momento y preguntó, "¿Y si encontramos un mapa para una nueva aventura?". Xabier rió, "¡Sería el mejor tesoro de todos!", y continuaron cavando juntos.
Finalmente, bajo las raíces, encontraron una pequeña caja vieja cubierta de tierra. "¡Lo conseguimos, Adán!", gritó Xabier levantando la caja con cuidado. Al abrirla, encontraron un montón de monedas doradas de chocolate y una nota que decía: "La verdadera riqueza está en las aventuras compartidas". Ambos hermanos sonrieron, sabiendo que el tesoro más valioso era el tiempo juntos.