2nd Mar 2025
Adrián miró al cielo. "¿Dónde estás, Machín?" llamó alegremente. En ese momento, un pequeño gato con bigotes largos y ojos grandes apareció corriendo. "¡Miau!" dijo Machín, mientras saltaba hacia Adrián. El niño sonrió y se agachó para acariciarlo. Era un día brillante y soleado, perfecto para jugar.
Machín corría por el jardín mientras Adrián lo seguía. "¡Vamos, Machín! Atrapa la pelota!" gritó Adrián, lanzando la pelota hacia un árbol. Machín saltó alto y atrapó la pelota en el aire. "¡Eres un gato increíble!" dijo Adrián riendo. Machín se sentó orgulloso, mostrando su felicidad con un suave ronroneo.
Después de un rato, Adrián decidió que era hora de explorar. "¿Qué te parece si vamos a la colina, Machín?" preguntó, señalando un pequeño montículo cubierto de flores. Machín, curioso como siempre, maulló de acuerdo y comenzó a correr hacia la colina, con Adrián siguiéndolo de cerca, riendo con cada paso.
Al llegar a la cima, se sentaron juntos a respirar el aroma de las flores. El viento acariciaba suavemente sus rostros, y las mariposas revoloteaban a su alrededor. "Mira, Machín, ¡las mariposas parecen bailar!" exclamó Adrián maravillado. Machín intentó atrapar una de ellas, saltando de un lado a otro, mientras Adrián reía a carcajadas.
Cuando el sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo con tonos naranjas y rosados, Adrián suspiró contento. "Ha sido un día perfecto, Machín", dijo, abrazando a su amigo peludo. Machín ronroneó en respuesta, frotando su cabeza contra el brazo de Adrián. Juntos, bajaron de la colina, listos para nuevas aventuras mañana.