24th Apr 2025
Valentina y Emmanuel iban juntos a la escuela. Un día, mientras jugaban en el patio, vieron dos ranas saltando. "¡Mira!" dijo Valentina, apuntando con su dedo. "¡Son tan graciosas!" Emmanuel sonrió y respondió, "¡Deberíamos tener una!" Así decidieron llevarlas a casa como mascotas. Les pusieron nombres divertidos: una se llamó Frida y la otra Valery.
Frida y Valery eran muy juguetonas. Valentina y Emmanuel las observaban. Frida saltaba de un lado a otro, mientras Valery se escondía detrás de una hoja. “¡Mira cómo juega Frida!” exclamó Emmanuel, riendo. “Creo que a Valery le gusta el escondite,” dijo Valentina. Juntos cuidaban de sus ranas y se hacían mejores amigos cada día.
Un día, al llegar a casa, Valentina y Emmanuel decidieron hacer una pequeña casa para Frida y Valery. Buscaron una caja de cartón y la llenaron con hojas y ramitas. "Así estarán cómodas," dijo Emmanuel, mientras Valentina añadía unas piedrecitas brillantes. Las ranas croaron felices, moviendo sus patitas en señal de agradecimiento. "¡Mira, creo que les gusta!" exclamó Valentina emocionada.
A medida que pasaban los días, Valentina y Emmanuel aprendieron más sobre sus ranas. Descubrieron que les encantaba comer pequeños insectos y les daban mosquitas que encontraban en el jardín. "¡Son verdaderas cazadoras!" decía Emmanuel, admirando la rapidez de Frida al atrapar una mosca. Valentina sonreía al ver cómo Valery esperaba pacientemente a su presa.
Una tarde, mientras el sol se escondía, Valentina y Emmanuel llevaron a Frida y Valery al parque. Las ranas saltaron y exploraron los charcos de agua. "Creo que les gusta su aventura de hoy," dijo Emmanuel, mientras Valentina asentía con la cabeza. Al regresar a casa, los niños supieron que cuidar de sus ranas era más que una tarea; era una gran aventura que les unía y llenaba de alegría.