7th Oct 2024
En la amplia sabana, un joven león estaba solo. Sus grandes patas y su melena brillante lo hacían lucir muy fuerte. Pero los otros animales tenían miedo de él. "¡Mira ese león!", gritó una pequeña cebra y salió corriendo. El león solo quería jugar y hacer amigos, pero todos se asustaban.
Un día, el león conoció a una jirafa alta y amable. Ella se llamaba Jiri. Jiri lo miró con dulzura y le dijo: "No te preocupes, no todos tienen que tenerte miedo. Puedes aprender a ser amable". El león sonrió, pues nunca había escuchado eso. Él quería ser mejor y tener amigos.
"Vamos a hablar con mis amigos", dijo Jiri. Entonces, se fueron juntos hacia donde estaban los otros animales de la sabana. Pero el león seguía nervioso, temiendo que lo rechazaran. Jiri le dijo: "No temas, yo estoy contigo". El león tomó un profundo respiro y siguió a Jiri.
Mientras caminaban, encontraron a un poderoso elefante. Se llamaba Ezequiel y era muy grande. "Hola, pequeño león", dijo Ezequiel. El león se asustó, pero Jiri lo animó a responder. "Hola, soy Leo, quiero hacer amigos". Ezequiel sonrió y dijo: "¡Eso suena divertido!"
Jiri y Ezequiel decidieron ayudar a Leo a ser más amable. "Vamos a jugar juntos y mostrar lo divertido que puedes ser", sugirió Jiri. Así que empezaron a jugar al escondite. Leo se volvió muy divertido, corriendo rápido y disfrutando de sus nuevos amigos.
Con el tiempo, otros animales comenzaron a ver lo diferente que era Leo. Él siempre se reía y compartía su desayuno. La cebra que antes había corrido, ahora se acercaba y decía: "Eres muy divertido, Leo". Leo estaba feliz, ¡por fin tenía amigos!
Un día, Leo encontró a un pequeño pájaro atrapado en una rama. Los otros animales estaban asustados, pero Leo se acercó con cuidado. "No te preocupes, pequeño amigo", dijo Leo. Con su pata suave, ayudó al pájaro a liberarse. Todos se sorprendieron y le aplaudieron.
Desde ese día, Leo, la jirafa Jiri y el elefante Ezequiel jugaron juntos. Se convirtieron en los mejores amigos de la sabana. Leo aprendió que ser amable y ayudar a otros era la clave para hacer amigos. Todos podían ver la bondad en su gran corazón.
Las otras criaturas, como la cebra, el antílope y hasta el rinoceronte, se unieron a ellos. Hacían fiestas, contaban cuentos y jugaban hasta el anochecer. El joven león se sintió feliz, por fin era parte de la manada.
Y así, en la hermosa sabana, Leo aprendió que el amor y la amabilidad siempre ganan. Y desde entonces, él y sus amigos vivieron aventuras llenas de risa y confianza, siempre juntos, unidos por su gran corazón.